viernes, 16 de diciembre de 2011

"SI LO SÉ NO NAZCO..."

… Así se llamaba la revista del último “colegio” a donde fue Ana tras haber sido expulsada de varios colegios públicos de su pueblo, por ser una niña conflictiva.

¡¡¡ Guardo tan clara su imagen en mi alma!!! Su pelo moreno, su sonrisa amplia,sus ojos oscuros llenos de luz y “estrellitas” a pesar de lo mal que la había tratado la vida.
Cuando era muy chiquitina se había quedado sin padres (por una sobredosis),y fueron sus abuelos maternos, junto con su tía los que asumieron tal rol. Poco tiempo después falleció su abuelo y hace apenas un año perdió a su abuela.

Cuando yo la conocí tenía 11 años. Ana vino a mi consultorio acompañada por su tía debido a que presentaba una conducta complicada por lo cual, además, había sido expulsada de varios colegios a los que había asistido. Incluso de aquellos que se suponía que estaban preparados para atender a “niños problemáticos”.

         En estos últimos tiempos no iba al colegio y mientras su tía buscaba un colegio que la admitiera Ana  pasaba los días sola pues su tía tenía que trabajar y no podía hacerse cargo de ella.

         Yo la conocí hace seis años; me esforcé en comprenderla, aceptarla y orientar sus miedos, sus dudas y su resentimiento.

         Creo que el problema de fondo era que nunca se había sentido amada

Es frecuente que los niños  que pierden a sus seres más queridos se sientan abandonados por ellos y que, sin ser conscientes de ello, las personas que los atienden “cuiden más de sus actos que de sus sentimientos”.

         No era fácil amar a Ana, porque cuando se le ofrecía un “dedo” ella exigía el brazo entero… o “todo el cuerpo”; y además tenía un carácter fuerte, rebelde y a veces “agresivo” 

         Intenté desde el principio comprenderla y amarla, pero no es fácil amar a alguien que nunca se ha sentido amada (una cosa es cuidar y otra cosa es amar).

 Cuanto más intentaba mostrarle mi cariño, ella más hacía lo posible por “sacarme de quicio”. Recuerdo una anécdota que puede servir de ejemplo: “Un día que me había pasado la mañana poniendo orden a mi centro, llegó Ana. Como no había merendado decidimos hacerlo juntas. Así que le preparé un bocadillo y le pedí que por favor tuviera cuidado en que las migas cayeran sobre el plato que le había dado... aquella tarde recuerdo que se esmeró en pisotear las migas contra la alfombra mientras me miraba desafiante; otro día, la invité a mi casa a comer con mi familia, ella hizo  que aquella comida fuera prácticamente insoportable transgrediendo la principales normas de convivencia siendo plenamente consciente de que lo que hacía estaba mal…”

¿¿¿Me quieres??? ¿¿¿De verdad???... Pues ¡toma y toma!.. A ver si es verdad que a pesar de todo mañana desearás que venga de nuevo.   

Poco a poco la fui convenciendo de que la aceptaba a pesar de su conducta disruptiva y fui aprendiendo a comprenderla y a ver las cosas desde su punto de vista…  fuimos haciéndonos amigas.


         Esta conducta es “lógica” en los niños/as que se han sentido rechazados, porque cuando “alguien” les intenta mostrar su afecto, no se lo creen y necesitan poner pruebas a aquél que les dice que les acepta y les quiere, entendiendo por amor una posesión absoluta y egoísta del otro…

  Mis niños y niñas del centro de acogida donde trabajo me preguntan a menudo…. “y si no te pagaran…. ¿Vendrías con nosotras?”.

                   Ana murió de meningitis aguda hace un tiempo…. Me enseñó que cuando se encuentra un niño o niña conflictivo (que también es un“niño distinto”) el mejor tratamiento es:

Conocerlo, aceptarlo, comprenderlo y mostrarle nuestra complacencia y nuestro modelo de convivencia (que también tiene límites).

¡Aunque a veces amar es verdaderamente difícil!


Mapi Navarro Quintana.

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